Opinión: Hackeando el futuro del trabajo

Por: Jeannette Escudero, directora ejecutiva Talento Digital para Chile

¿Qué tienen en común, una programadora de software, un enfermero y un líder de recursos humanos? La respuesta es simple, pero poderosa: hoy, su ventaja competitiva no está solo en lo técnico… sino en lo humano.

La revolución digital está reescribiendo el guion del trabajo. Automatiza tareas, crea nuevos puestos de trabajo y, lo más relevante, nos permite comprender y modelar el comportamiento humano como nunca antes. Vivimos en una era donde podemos “hackear” decisiones, emociones y capacidades. Esto cambia radicalmente cómo aprendemos, trabajamos y lideramos.

Pero no solo las personas enfrentan este cambio. Las empresas también están siendo puestas a prueba. Y no por la tecnología en sí, sino por la velocidad a la que esta transforma todo. En 1958, una empresa del índice Standard & Poor’s 500 duraba en promedio 61 años. Hoy, apenas 18. En este nuevo ciclo, quien no se adapta, simplemente desaparece.

Según el Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial, el 63% de las empresas identifica las brechas de habilidades como su principal obstáculo para crecer. Pero este desafío también es una gran oportunidad: el mismo informe proyecta que, para 2030, casi el 40% de las habilidades laborales habrá cambiado. Y con ello, surge una pregunta clave: ¿cómo nos preparamos para un entorno en constante transformación?

La respuesta es clara: apostando por lo humano.

Las habilidades técnicas seguirán siendo clave, pero son las llamadas power skills —como la comunicación, la adaptabilidad, el pensamiento crítico y la empatía— las que marcarán la diferencia. Porque en un mundo donde la inteligencia artificial puede predecir comportamientos, lo verdaderamente irremplazable es la inteligencia humana.

Y esto no es un discurso inspiracional: es una estrategia de negocios. Las organizaciones que fomentan el aprendizaje continuo, que reconvierten el talento, que valoran tanto lo técnico como lo humano, son las que están preparándose para prosperar. No basta con contratar talento. Hay que desarrollarlo, acompañarlo y potenciarlo.

En ese camino, la estrategia que adopten las empresas será clave. Porque no se trata solo de ejecutar procesos: se trata de construir el futuro del trabajo desde dentro. Si las personas y el talento no están en el centro de las decisiones, entonces esa estrategia está incompleta.

En paralelo, la educación tradicional también se transforma. La formación “just-in-time”, los bootcamps intensivos, las rutas de aprendizaje personalizadas y las certificaciones específicas están reemplazando los caminos largos y rígidos. Esto abre oportunidades para que más personas —vengan de donde vengan— puedan integrarse al mundo digital. Porque sí: un cajero puede convertirse en analista de datos. Y una técnica en enfermería, en desarrolladora web.

La transformación digital no se trata solo de tecnología. Las empresas que lo entienden están creando entornos colaborativos, adoptando liderazgos flexibles y éticos, y asumiendo la ciberseguridad y la cultura de los datos como una responsabilidad compartida.

En este escenario, la innovación florece cuando hay diversidad, colaboración radical y una convicción firme: el futuro del trabajo no lo gana quien lo sabe todo, sino quien es capaz de aprender rápido y adaptarse.

Hackear el futuro del trabajo es posible. Pero solo si lo hacemos con las personas en el centro.